Declaración de la Alianza Cooperativa Internacional
“Las mujeres en un mundo laboral en transformación: Hacia un planeta 50-50 en 2030”
Uno de los escenarios cruciales para el desarrollo de mujeres y hombres, pero en el cual persisten amplias brechas y disparidades de género, es el del trabajo. Oportunidades, trato y resultados en el ámbito laboral, todavía les son dados a las mujeres en forma diferencial en todo el mundo.
Hoy los organismos internacionales que abogan sobre este tema nos siguen mostrando cifras verdaderamente preocupantes. Las mujeres representan menos del 40 por ciento del empleo total en el mundo; la probabilidad de que participen en el mercado laboral sigue siendo casi 27 puntos porcentuales menor que la de los hombres; tienen más probabilidades de estar desempleadas, con tasas de desempleo del 6,2 por ciento, frente a un 5,5 por ciento en el caso de ellos; y la brecha salarial se estima en 23 por ciento; es decir, ganan el 77 por ciento de lo que ganan los hombres.
Seguimos frente a una asignatura pendiente: La pobreza sigue afectando más a las mujeres; ellas tienen una mayor carga global de trabajo; además de la brecha de participación laboral, tasas de desempleo más altas y mayor inserción en el sector informal de la economía, las mujeres tienen menor acceso a la seguridad social y están sobrerrepresentadas en los sectores de menor productividad, estatus e ingreso.
La calidad de los empleos de las mujeres sigue siendo un desafío, y es igual para el empleo formal como para el informal. Aunque la mitad de las mujeres trabajadoras en el mundo son asalariadas, esto no les garantiza un trabajo de mejor calidad; de hecho se sabe que el 40% de las mujeres trabajadoras formales no contribuyen a los sistemas de seguridad social en sus países.
Una preocupación grande desde la Alianza Cooperativa Internacional, ACI, son las áreas de discriminación nuevas o que no son tan visibles hasta ahora, como por ejemplo la “feminización” de las migraciones o la discriminación basada en el estatus migratorio, que incluye acoso, explotación, denegación de seguridad social y sueldos muy bajos.
Otras áreas de especial atención son la baja participación de las mujeres en las negociaciones colectivas; el desempleo creciente entre las mujeres jóvenes; la discriminación debida a la orientación sexual, que da pie al acoso laboral y a desigualdades salariales que pueden ir del 3 al 30 por ciento; y el número de mujeres jubiladas que perciben una pensión, que es 10,6 puntos porcentuales inferior al de los hombres, lo que indica que casi el 65 por ciento de quienes superan la edad de jubilación sin recibir ninguna pensión regular son mujeres.
En un mercado de trabajo donde predomina cada vez el personal autónomo, la movilidad geográfica, la aportación de valor, las redes informáticas, el teletrabajo, las redes sociales, nuevos modelos de empresa que desafían las estructuras tradicionales y los emprendimientos, el empoderamiento femenino y el acceso a educación apropiada para las mujeres y las niñas son cruciales. Debemos ayudar a prepararlas para un nuevo mundo; asegurando que las innovaciones, lejos de constituir nuevas brechas y razones de discriminación, sean nuevos caminos para una forma distinta de inserción de las mujeres en el mundo del trabajo. Todo esto constituye un importante reto si tenemos en cuenta que se espera para 2020 una destrucción de empleos que van entre 5 y 7 millones de puestos a nivel mundial.
Otro fenómeno que está arraigado en la base de todo tipo de discriminación son los estereotipos de género y las expectativas de la sociedad frente a los roles que las mujeres deben asumir. Desde la ACI consideramos este un asunto de la mayor atención, pues es transversal a los modelos de crianza, organización social y patrones culturales, en una sociedad que subvalora lo “femenino” desde todos los aspectos.
Lejos de una visión romántica, desde el cooperativismo apostamos por una sociedad más valorada desde indicadores de bienestar y de felicidad, que económicos y financieros. Por eso, una medida por la que debemos abogar y mantener en la base de todas las acciones es la conciliación de la vida laboral y familiar.
Condición previa para estos propósitos es siempre la educación, principio de principios de la filosofía cooperativa. Hoy, 62 millones de niñas entre 5 y 15 años en el mundo no asisten a la escuela, o están rezagadas con respecto a los niños en la terminación de la educación media superior.
Desde otras instancias internacionales nos han advertido que de prevalecer estas tendencias actuales, se necesitarán más de 70 años para colmar totalmente la desigualdad salarial por motivo de género, y afrontar esto no depende solo de mejores niveles de crecimiento económico en los países. Necesitamos transformar un entorno laboral y social favorable a las mujeres, como un imperativo para lograr un planeta 50-50 en el 2030 y una condición previa para cumplir la agenda de desarrollo sostenible.
En esta conmemoración del Día Internacional de la Mujer, desde la Alianza Cooperativa Internacional extendemos a los cooperativistas del mundo el llamado a fortalecer cada día su compromiso con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, y a mantener el apego a los principios y valores cooperativos, como estrategias poderosas para afrontar las desigualdades de género persistentes en el mundo laboral. La colaboración entre cooperativas en favor de estos propósitos es vital, así como alianzas estratégicas con los gobiernos y con otros sectores económicos del desarrollo.
María Eugenia Pérez Zea
Presidente Comité Mundial de Equidad de Género